Esteban Torres Cobo

View Original

Fidel “liquidó” a su padre

La historia cubana de los últimos tiempos es trágica. Un líder, convertido en caudillo y luego en dictador se ha pasado más de 50 años limitando la libertad de millones de cubanos. Los ha encarcelado en su propia isla, adoctrinándoles con su equivocada y estúpida visión del mundo. Mató su futuro.

Ha liquidado a generaciones y generaciones de jóvenes. Así, todos aquellos que nacieron entre los años 60 y 90 no han conocido más historia que la de su enfermizo líder y no han escuchado y leído más que lo que a Fidel le ha dado la gana. Hoy, con la tecnología, pocos han logrado romper las cadenas y contados individuos han alzado la voz. Yoani Sanchez es un ejemplo.

¿Se imaginan cuantas oportunidades les han sido negadas a millones de jóvenes? Si me comparo con un joven cubano de mi misma edad, no encuentro justicia en el cautiverio que él ha sufrido. Mientras muchos podemos soñar con un futuro ellos ni siquiera han sabido qué soñar o qué esperar. Esto me ha venido a la mente luego de leer al gran Carlos Alberto Montaner (cubano exiliado) en un reciente artículo publicado por el Instituto Independiente. Montaner, con conocimiento de causa, habla sobre el padre de Fidel Castro: Ángel Castro.

Ángel, que emigró desde Galicia, era un campesino semianalfabeto que se convirtió en millonario gracias a su trabajo. Llegó a Cuba con los sueños de un emprendedor y aprovechó las oportunidades que ofrecía una Cuba todavía libre del yugo tiránico que luego firmaría su prole. 

Con sudor e inteligencia desarrolló varias actividades productivas y tuvo su recompensa: una gran fortuna. ¡Cuando murió en 1956, dejó casi seis millones de dólares en herencia, que a valor presente serían unos 80 millones de dólares! Esta situación le permitió educar a sus hijos en buenas escuelas y hasta mandarlos de viaje fuera del país.

En ese contexto, ¿qué llevó a Fidel a negarle ese derecho a millones de jóvenes que pudieron ser como su padre? Su triste paso por la historia cubana no ha hecho más que eliminar progresivamente a individuos que representan ese espíritu emprendedor. Los ha aislado y les ha robado sus mejores años. Ha promovido un régimen parasitario que busca ayudas económicas gubernamentales para sobrevivir y que por sí mismo es un fracaso. 

Ni siquiera ahora, con el “permiso” castrista para constituir pequeños emprendimientos, propuesto con el fin de que la economía despegue de un continuado letargo, Fidel tendrá su perdón. Probablemente ni lo quiere. Por suerte, la historia ya lo ha juzgado y le ha reservado un asiento al lado de los peores tiranos. Lejos quedó esa imagen de héroe guerrillero que algunos nostálgicos del socialismo todavía idolatran y acompañan con canciones. Fidel liquidó a su padre. Liquidó a Cuba. Punto.

©Artículo publicado en diario El Heraldo (3-09-2013)