Las dos caras de Venezuela
En estos momentos, Venezuela tiene dos caras: una sucia y putrefacta y una limpia, que emana esperanza y libertad.
La primera es liderada por la pandilla que se ha tomado el gobierno, obsesionada con el poder y con la plata fácil que diariamente roba a sus ciudadanos.
Si creen que exagero vean las imágenes del saqueo a los almacenes DAKA sucedido hace algunos días.
Por una mismísima orden presidencial se dispuso que se saquee (entiéndanlo bien, que se saquee) una cadena que vende electrodomésticos. Como si el día de mañana en el Ecuador se dispusiera el saqueo de la cadena “La Ganga”.
La primera es liderada por la pandilla que se ha tomado el gobierno, obsesionada con el poder y con la plata fácil que diariamente roba a sus ciudadanos.
Si creen que exagero vean las imágenes del saqueo a los almacenes DAKA sucedido hace algunos días.
Por una mismísima orden presidencial se dispuso que se saquee (entiéndanlo bien, que se saquee) una cadena que vende electrodomésticos. Como si el día de mañana en el Ecuador se dispusiera el saqueo de la cadena “La Ganga”.
Y lo que se vio ahí dio asco, realmente. Un montón de venezolanos convertidos en delincuentes repentinos se llevaron televisores plasmas, computadoras y más. No fueron más que una estampida delincuencial amparada por la simple orden presidencial de Maduro: saquear a DAKA. Estas hienas montoneras (porque no pueden ser llamados individuos) juntaban lo robado en grandes camionetas y huían rápidamente. ¡Les daba igual, sabían que no les perseguirían luego! Lo que nunca imaginaron y que muestra, precisamente, la cara limpia y esperanzadora de Venezuela, es que la mayoría que allí estuvo no les acompañó en sus fechorías.
La mayoría de venezolanos honestos que presenciaron el tumulto se indignaron con el robo y trataron de impedirlo. Acorralaron a las hienas y les dijeron que lo que hacían no estaba bien, que estaban robando. A muchos les quitaron el botín y prefirieron destruirlo en vez de permitir que se lo lleven impunemente.
Pero claro, los intentos de esta gente buena se terminaron cuando empezaron los tiros en la calle y tuvieron que correr para salvar su vida. Así es Venezuela ahora. Esa es la cara sucia y putrefacta de Venezuela que ha convertido a uno de los países más prósperos de Latinoamérica en un albañal donde las ratas mandan.
Pero claro, los intentos de esta gente buena se terminaron cuando empezaron los tiros en la calle y tuvieron que correr para salvar su vida. Así es Venezuela ahora. Esa es la cara sucia y putrefacta de Venezuela que ha convertido a uno de los países más prósperos de Latinoamérica en un albañal donde las ratas mandan.
La otra cara, la limpia que emana esperanza y libertad, está conformada por una mayoría de venezolanos cansados de tanta suciedad y por su gran comandante, Henrique Capriles. Mientras la gallada ordena el saqueo de negocios, Capriles se reúne con el Papa Francisco y pide diálogo y paz para su país. Mientras ellos destruyen y desunen, Capriles construye y aglutina. Él es el rostro de la esperanza y del futuro de Venezuela. No desmayó cuando le robaron las elecciones y espero que no desmaye hasta devolverle la dignidad a su pueblo.
©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (martes 12 de noviembre de 2013)