Esteban Torres Cobo

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Costoso desentendimiento

No hay que ser clarividente para saber que el Derecho no es un tema que interese a muchos. Y si interesa a alguien, quizás saber que a su alrededor pululan los abogados y los legisladores no sólo lo aleje más sino que le espante definitivamente. 

Y algo de razón hay en ello puesto que todo lo que gira en su entorno se ha devaluado, pero hay que entender lo peligroso que es desentenderse de lo que sucede con las leyes, de su formación y de su aplicación.


Las leyes nos afectan a todos en todo. Afectan nuestro trabajo, nuestros emprendimientos, nuestra jubilación y hoy hasta nuestra forma de informarnos. Y al final no importa si nos interesan o no, simplemente se expiden y cumplen. 

Por eso lo mínimo que puede hacer un ciudadano, cuando la democracia se lo permite, es escoger bien a quienes se van sentar a elaborarlas para que, en la medida de lo posible, el fanatismo y el arribismo de los desentendidos no triunfen sobre la sensatez.

Ya estamos sintiendo lo que ha sucedido en estos diez años de gobierno y casi cuatro de aplanadora legislativa. Se cambió todo de una forma verdaderamente revolucionaria y las leyes del correísmo al final no han logrado atraer inversión ni facilitar el emprendimiento o la generación de empleo. 

Con nuestros países vecinos, en cambio, ha sucedido todo lo contrario y ya nos llevan la delantera con una buena distancia.


Hay que tener más cuidado con lo que se pone en las leyes y a quienes se encomienda elaborarlas, porque más que un papel una ley se convierte el código moral de una sociedad. Podremos funcionar sin religión, sin países y hasta sin gobierno, pero sin normas no caminamos. 

Un profesor me puso un ejemplo hace meses. ¿Sabes qué salvó a los mineros de Chile en la mini sociedad que se formó luego del derrumbe de la mina? "Normas" -me dijo. "Necesitaron un sistema legal para manejar la comida y así sobrevivir. Por eso no entiendo como la gente subestima tanto lo que se pone en sus leyes."


cc) Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 22 de mayo del 2016)