Conocimiento teledirigido

¿Qué explota la genialidad de las personas? ¿Qué condiciones son necesarias para que el conocimiento sea aplicado exitosamente?

Porque enfrentémoslo, el gran objetivo es que las ideas generen avances, negocios y que sean útiles. Que se multipliquen y que no se queden en los libros. Esas son las inquietudes que nos deberían surgir al constatar un experimento de conocimiento teledirigido como es la creación de Yachay. Personalmente, me opongo a iniciativas estatales de este tipo (prefiero los alientos privados) pero la pregunta tiene que ir más allá: ¿se generará algo nuevo allí, algún avance de clase mundial?

Las biografías de tres grandes genios y empresarios actuales nos dan algunas luces sobre la oportunidad y la generación de riqueza. Me refiero a Steve Jobs, Bill Gates y Mark Zuckerberg. Sus emprendimientos germinaron en un ambiente espontáneo, sin planificación estatal. En sus inicios cuajaron proyectos cerca a grandes universidades privadas, pero la explosión definitiva de su talento se dio en otros entornos. Junto a grandes empresas y centros de opinión y discusión. En cafeterías y bares desordenados. Ellos incluso abandonaron la universidad y se fueron a producir en lugares cosmopolitas. En San Francisco, Palo Alto y otras urbes más.

Si bien sería injusto condecorar únicamente los emprendimientos tecnológicos norteamericanos (ZARA nació en la ciudad de Arteijo, España o el propio Skype nació en Tallin, Estonia), el punto es que el conocimiento necesita contacto para convertirse en algo útil, no debe enclaustrarse como sucedía en las universidades de antaño.

Es por eso que, si se quiere dinamizar la inversión hecha en Yachay, su entorno no puede ser el de un valle aislado. Necesita tener cerca a empresas, a gente creadora del día a día. El proyecto lo contempla, pero podría tener un giro más innovador y radical que le garantizaría éxito en el mediano plazo.

Por ejemplo, imaginen que en Urcuquí se creara la primera ciudad privada del Ecuador. Algo similar a lo que Guatemala se ha propuesto con las “Regiones Especiales de Desarrollo”. Con impuestos bajos o meramente simbólicos y sin tantas trabas para emprender. Eso llevaría empresas inmediatamente al valle y su innovación podría aprovecharse. Se dinamizaría la producción de conocimiento útil. 

©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (martes 15 de abril del 2014)
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