Zombis urbanos

Hace algunos días un video que alertaba sobre la dependencia que tienen los individuos de hoy al mundo virtual se convirtió en un fenómeno viral. 

El video rememoró lo que todos sabemos pero nos cuesta admitir: la enfermiza dependencia que tenemos a las redes sociales, al chat y a los aparatos inteligentes que sostienen estas plataformas. Y que no se trata únicamente de una moda juvenil sino de una verdadera sumisión sicológica a los dispositivos electrónicos, incluso expandida con fuerza entre los mayores de cuarenta años.

Lo digo con conocimiento de causa ya que soy uno de los afectados. Lo sé porque me despierto y me acuesto cada día revisando noticias en la tableta y en el celular. Además, no son raras las veces que he caminado por la calle con los ojos puestos en la pantalla táctil, esquivando personas empleando algún sentido aún desconocido y abstraído totalmente del entorno por el que transito. Es un verdadero problema. No he llegado al punto crítico de creer que las relaciones virtuales sustituyen el buen café o la cerveza con los amigos pero me asustan varios comportamientos que hoy parecen cotidianos. El peor de ellos: las reuniones zombis, donde las personas no conversan y se miran sino que bajan la cabeza suspendidos en luminosas pantallas. Estamos en todos y en lugar alguno a la vez. Sin tantos estímulos, ¿aprovecharíamos mejor cada momento de nuestras vidas? Es hasta difícil saberlo con certeza debido a todos los pinchazos informativos que tenemos en las redes cada hora.  

Y no me tomen a mal, estoy consciente de que esta nueva realidad es muy útil ya que también facilita el trabajo y las comunicaciones productivas. Permite, incluso, que las personas respiren algo de libertad en sociedades totalitarias (probablemente su más loable función hasta ahora). Sin embargo, la tecno-dependencia puede destruir muchos aspectos interesantes de nuestra vida. Nuestra conexión con el campo, por ejemplo, o la sencilla tranquilidad del silencio. No son pocos los esfuerzos por evitar que esta tendencia se imponga de forma permanente, algunos restaurantes incluso ofrecen descuentos si los celulares se dejan en la entrada. Lo que sea para erradicar a los zombis urbanos.

© Artículo publicado en el Diario El Heraldo (martes 6 de mayo del 2014)
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