Esteban Torres Cobo

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La cuestión catalana

Hace algunos años, cuando en el país se preparaba la consulta popular que dio paso a la Asamblea Constituyente y a la Constitución del 2008, no faltaban constitucionalistas expertos que exclamaban emocionados: “el Ecuador es un gran laboratorio para estudiar Derecho Constitucional”. Las más de veinte constituciones, así como las varias asambleas constituyentes, dictaduras y refundaciones les daban la razón.

Sin embargo, esta catedrática emoción podría no estar reservada únicamente para las democracias tropicales sino para otras que, aparentemente, parecen más recias. Y con esto me refiero a España y la cuestión catalana. Si bien es cierto que la democracia constitucional es relativamente nueva en ese país, en pocos días se ventilará allí uno de los procesos más complicados de la historia española: la secesión de Cataluña. Y el rol preponderante lo tendrá, precisamente, la Constitución de 1978.

Para el 9 de noviembre han previsto las autoridades catalanas la celebración de la consulta independentista. Sin embargo, tendrán que enfrentar varios obstáculos para que esta inconstitucional iniciativa se concrete. Tendrán que desconocer el fallo del Tribunal Constitucional que seguramente declarará inconstitucional la consulta (porque lo es). Tendrán que mantener unidas a las fuerzas políticas separatistas de Cataluña que sustentan a Artur Mas, que hoy viven una pugna interna, aún más rabiosa con la caída del ahora corrupto, antes “sagrado”, Jordi Pujol.

Asimismo, tendrán que enfrentar al gobierno español que ya tiene lista la estrategia para frenar a los aventurados políticos catalanes que han utilizado este díscolo discurso por años, engañando a sus gobernados y confundiéndolos (incluso han manipulado la historia) con el único fin de seguir ganando elecciones y utilizando el poder para hacer negocios. La vieja jugada del “enemigo externo” que ataca al pueblo y lo obliga a unirse por la causa.

Lamentablemente, esto ha logrado que algunos de los catalanes de a pie, caracterizados por ser trabajadores y emprendedores como sus antepasados, sean distraídos con discursillos cargados de odio que en nada les han ayudado durante todos estos años. Ojalá se apague esta iniciativa porque, si el intento de consulta persiste, el gobierno intervendrá en Cataluña.

©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (martes 2 de septiembre del 2014)