La cuestión catalana
Hace algunos años, cuando en el país se preparaba la
consulta popular que dio paso a la Asamblea Constituyente y a la Constitución
del 2008, no faltaban constitucionalistas expertos que exclamaban emocionados: “el
Ecuador es un gran laboratorio para estudiar Derecho Constitucional”. Las más
de veinte constituciones, así como las varias asambleas constituyentes,
dictaduras y refundaciones les daban la razón.
Sin embargo, esta catedrática emoción podría no estar reservada únicamente para las democracias tropicales sino para otras que, aparentemente, parecen más recias. Y con esto me refiero a España y la cuestión catalana. Si bien es cierto que la democracia constitucional es relativamente nueva en ese país, en pocos días se ventilará allí uno de los procesos más complicados de la historia española: la secesión de Cataluña. Y el rol preponderante lo tendrá, precisamente, la Constitución de 1978.
Sin embargo, esta catedrática emoción podría no estar reservada únicamente para las democracias tropicales sino para otras que, aparentemente, parecen más recias. Y con esto me refiero a España y la cuestión catalana. Si bien es cierto que la democracia constitucional es relativamente nueva en ese país, en pocos días se ventilará allí uno de los procesos más complicados de la historia española: la secesión de Cataluña. Y el rol preponderante lo tendrá, precisamente, la Constitución de 1978.
Para el 9 de noviembre han previsto las autoridades
catalanas la celebración de la consulta independentista. Sin embargo, tendrán
que enfrentar varios obstáculos para que esta inconstitucional iniciativa se
concrete. Tendrán que desconocer el fallo del Tribunal Constitucional que
seguramente declarará inconstitucional la consulta (porque lo es). Tendrán que
mantener unidas a las fuerzas políticas separatistas de Cataluña que sustentan
a Artur Mas, que hoy viven una pugna interna, aún más rabiosa con la caída del ahora
corrupto, antes “sagrado”, Jordi Pujol.
Asimismo, tendrán que enfrentar al gobierno español que ya
tiene lista la estrategia para frenar a los aventurados políticos catalanes que
han utilizado este díscolo discurso por años, engañando a sus gobernados y
confundiéndolos (incluso han manipulado la historia) con el único fin de seguir
ganando elecciones y utilizando el poder para hacer negocios. La vieja jugada
del “enemigo externo” que ataca al pueblo y lo obliga a unirse por la causa.
Lamentablemente, esto ha logrado que algunos de los
catalanes de a pie, caracterizados por ser trabajadores y emprendedores como
sus antepasados, sean distraídos con discursillos cargados de odio que en nada les
han ayudado durante todos estos años. Ojalá se apague esta iniciativa porque,
si el intento de consulta persiste, el gobierno intervendrá en Cataluña.
©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (martes 2 de septiembre
del 2014)