Defendiendo a la Mofle
El excelso y elegante actor Humphrey Bogart, al que
recordaremos eternamente por su papel en la mítica “Casablanca” (donde trajeó
impecablemente para la historia), tenía una contundente frase que, sospecho, causará
urticaria a los más radicales abstemios: "desconfío de la gente que no bebe" .
Por justicia, a esa frase deberíamos agregarle un epílogo
necesario: "...y que no ríe".
Es que no reír y, peor aún, no dejar que otros
rían, es causal suficiente para desconfiar de alguien. La risa, consecuencia innegable
de la comedia, el humor y el chiste, es innata en las personas y nos humaniza.
Desacomoda las caras más serias y relaja con éxito tanto el rictus del más
sencillo como el del dictador más sanguinario (aunque esos ríen por otras
causas).
La risa, en todo caso, es buena. Debería ser defendida sin
dubitaciones y no condenada. ¡Y no debería ser juzgada! ¡Qué le importa a usted
que su vecino se ría con el “Chavo del 8”, con “La Mofle” o con “EnchufeTV”! Habrá
humores más sofisticados que otros, pero entienda que si su vecino ríe más, el
que gana es usted.
Siempre es mejor tener individuos relajados, alegres y de
sangre ligera caminando por las calles que toparse a diario con amargados y
quejosos espíritus que, para colmo, se adosan sin invitación a compartir penas
que a nadie importan.
La risa es una válvula de escape que apacigua el alma, con
raíces diversas, imposibles de clasificar o pormenorizar. Prohibirla desde el poder, sacando del aire programas televisivos, caricaturas o cualquier otra
expresión de humor es muestra de poca tolerancia, inteligencia y de muchos
complejos. Peor aún, hacerlo a través de seudo ministerios de comunicación con falsos
pretextos moralistas. ¿Quién ha elegido a funcionarios de tercera para que sean
nuestros guías morales?
Y entendamos que la opinión de cada uno es diversa y usted
puede criticar el humor que a otros divierte. No creo que a todos les guste, por
ejemplo, la cruda comedia de Yayo Gurudi o de “Family Guy” que a mí sí me
entretiene, pero es diferente opinar que prohibir. Sin embargo, lo que hoy está
pasando es que desde el poder se opina y se prohíbe. Por lo tanto usted, como
ciudadano libre, tiene la obligación de no acostumbrarse y aguantarse estos
atropellos.
©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 7 de
diciembre del 2014)