Esteban Torres Cobo

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Defendiendo a la Mofle


E l excelso y elegante actor Humphrey Bogart, al que recordaremos eternamente por su papel en la mítica “Casablanca” (donde trajeó impecablemente para la historia), tenía una contundente frase que, sospecho, causará urticaria a los más radicales abstemios: "desconfío de la gente que no bebe"  .

Por justicia, a esa frase deberíamos agregarle un epílogo necesario: "...y que no ríe".  

Es que no reír y, peor aún, no dejar que otros rían, es causal suficiente para desconfiar de alguien. La risa, consecuencia innegable de la comedia, el humor y el chiste, es innata en las personas y nos humaniza. Desacomoda las caras más serias y relaja con éxito tanto el rictus del más sencillo como el del dictador más sanguinario (aunque esos ríen por otras causas).

La risa, en todo caso, es buena. Debería ser defendida sin dubitaciones y no condenada. ¡Y no debería ser juzgada! ¡Qué le importa a usted que su vecino se ría con el “Chavo del 8”, con “La Mofle” o con “EnchufeTV”! Habrá humores más sofisticados que otros, pero entienda que si su vecino ríe más, el que gana es usted.

Siempre es mejor tener individuos relajados, alegres y de sangre ligera caminando por las calles que toparse a diario con amargados y quejosos espíritus que, para colmo, se adosan sin invitación a compartir penas que a nadie importan.  

La risa es una válvula de escape que apacigua el alma, con raíces diversas, imposibles de clasificar o pormenorizar. Prohibirla desde el poder, sacando del aire programas televisivos, caricaturas o cualquier otra expresión de humor es muestra de poca tolerancia, inteligencia y de muchos complejos. Peor aún, hacerlo a través de seudo ministerios de comunicación con falsos pretextos moralistas. ¿Quién ha elegido a funcionarios de tercera para que sean nuestros guías morales?

Y entendamos que la opinión de cada uno es diversa y usted puede criticar el humor que a otros divierte. No creo que a todos les guste, por ejemplo, la cruda comedia de Yayo Gurudi o de “Family Guy” que a mí sí me entretiene, pero es diferente opinar que prohibir. Sin embargo, lo que hoy está pasando es que desde el poder se opina y se prohíbe. Por lo tanto usted, como ciudadano libre, tiene la obligación de no acostumbrarse y aguantarse estos atropellos.

©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 7 de diciembre del 2014)