Un trofeo llamado Assange

Foto: Daily Mail. 
Resulta insólito que el gobierno ecuatoriano obtenga, finalmente, una victoria en el ámbito internacional. 

Y una victoria moral, más interesante todavía. 

Luego de años y años de apoyar como crío malcriado a los chicos malos de la escuela para llamar la atención de los países poderosos, hoy nos llega un jugoso premio (parcial, pero premio al fin): la razón en el caso de Julian Assange.

Hay que recalcar que ese es un logro del gobierno en sí, no del país. Nadie le pidió al canciller y a la revolución ciudadana que nos metieran en ese lío y, siendo honestos, ¿a quien diablos le importaba realmente el destino de Assange luego de lo que hizo? 

El que se pone a jugar con tiburones que no olvide las consecuencias. Pero la tozudez mostrada por algunos funcionarios (en lo que creo tuvo fines puramente publicitarios) ha rendido buenos frutos. Muy buenos, diría yo.  

La opinión emitida por el grupo de trabajo de las Naciones Unidas sobre la detención arbitraria de Assange deja mal parados al Reino Unido y a Suecia. 

No ensalza directamente al Ecuador pero implícitamente nos presenta como adalides de los derechos humanos y la protección de inocentes.

Por eso es una gran victoria para el gobierno. Porque en el espectro internacional existimos momentáneamente sólo por éste caso y hoy resulta que tuvimos siempre la razón. 

Difícilmente se sabrá que al mismo tiempo esa ejemplar y sacrificada administración activó la persecución judicial más grande de la historia contra sus propios ciudadanos por los sucesos del 30S. O que todavía sanciona a mansalva por caricaturas y noticias que no le placen.


Tampoco se sabrá que con la misma pasión que protege al sueco de la cacería mundial también premia y condecora a terroristas ecuatorianos que alzaron las armas contra sus propios conciudadanos. 

Nada de eso se conocerá. Por eso el gobierno ha logrado una gran victoria internacional, publicitaria y moral. Todavía tiene algunos meses para lucirla.

©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 7 de febrero del 2016)
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