"Hacer un Rajoy"
"Hacer un
Rajoy" pasará a ser una expresión de cabecera desde ahora en adelante. Le
dará significado a aquella actitud parca y estoica, poco vacilante ante la
humillación y fría ante la crítica, con la que finalmente se consigue un
objetivo en el largo plazo. A aquella que pierde las batallas cortas pero gana
la guerra.
A esa que no se
inmuta ante el regocijo pasajero de sus adversarios ni sus momentáneas
victorias sino que espera, espera y espera. A la del paciente que persiste y
logra, sin nocaut de por medio ni ataque sorpresa, dar el batacazo final y
ganar aupado en el cansancio y el desgaste.
Por fin tendrán
una expresión (con la incómoda imagen del presidente español en todo momento,
por supuesto) todos esos amantes que luego de años de insistencia y de tránsito
continuo por la zona del amigo y de la amiga, logran arribar a un puerto feliz.
La tendrán aquellos que soportan durante años un trabajo miserable hasta que aparece
la ansiada promoción.
Hasta los
atormentados propietarios de gatos podrán decir, luego de muchos años de
indiferencia de sus felinos compañeros, que "hicieron un Rajoy" y que
el gato finalmente se rindió y se entregó a sus labores de mascota. ¡Cuántas
almas aliviadas tendrán ahora la esperanza gracias a la hazaña del político
popular!
Es que Mariano
aguantó casi un año hasta que sus adversarios se desgranaron solos. Hasta que
el PSOE se descalabró internamente y Podemos se situó, de una vez por todas,
dónde siempre debió estar: en la banca de la antidemocracia.
El gallego aguantó
la burla general, la paliza mediática, pero ganó, ganó y ganó las elecciones y
hoy por fin logró formar gobierno.
Larga vida al marianismo, ejemplo poco
emocionante de aguante y tesón ante el varapalo, el matamoscas, y el coletazo
de Pablito Iglesias.
cc) Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 30 de octubre del 2016).