Emprender en Ecuador
Lamentablemente, emprender un negocio en
Ecuador es sumamente complicado, tedioso y hasta injusto. Y si se trata de
montar un espectáculo público es el escenario es aún más sombrío. Al empresario
le toca enfrentar un viacrucis de trámites, permisos, impuestos y coimas.
Aparte de lidiar con los problemas intrínsecos del negocio, la mayor parte de
sus esfuerzos se van en sortear a funcionarios corruptos que buscan su pedazo
del pastel por cada papel que firman. Lo sé porque hace tiempo organicé algunos
espectáculos y porque mi profesión de abogado me obliga a estar cerca de
emprendedores que sufren cada día los avatares del deporte ecuatoriano por
excelencia: asfixiar al que emprende algo.
A diferencia de otras culturas, en
el Ecuador los rezagos (o fundamentos) marxistas de nuestra educación y de
nuestro entorno nos llevan a ver al emprendedor como un tipo malo. Creemos que
parte de su ganancia nos pertenece y que está bien que se le quite algo, ¡cómo
se va a quedar con todo! ¡qué reparta! Y celebramos, motivados por envidias y
complejos, la desgracia del que se lanzó a montar un negocio o del que falló
ideándolo.
Les cuento esto debido a que fui testigo, en estos días, del penoso
camino que le tocó seguir a un empresario taurino que armó un festejo en
nuestro país. Hasta el último minuto la asfixia estatal configurada por una
telaraña de leyes, permisos y funcionarios no cesó. Inclusive, los impulsos
controladores del Estado y sus insensibles y tecnocráticos operadores se
juntaron con grupillos aislados para trabar cada acción del empresario. Y no se
sorprendan, esto es de todos los días. Aquí no se respeta y se admira al que
emprende sino que se lo condena y exprime. Pobre país.
©Columna publicada en el Diario El Heraldo
(domingo 8 de diciembre de 2013)