Navidad

La navidad tiene una capacidad para unir familias que no la tiene otra fecha. Eso es algo incuestionable. Al menos en nuestro entorno, ninguna otra festividad tiene tanta relevancia como la navidad. No importa si para unos la fecha tiene una connotación religiosa o no (aunque creo que su sentido es único cuando sí la tiene), lo cierto es que las personas buscan pasar este día junto a alguien, hacen esfuerzos y hasta viajan largas distancias para abrazar y compartir con los que verdaderamente les importan. 

Por eso, quienes tenemos la suerte de tener una familia y comida suficiente en nuestra mesa debemos ser agradecidos, siempre. Yo, como creyente, le agradezco a Dios. Creo que se trata de una bendición que no la tienen todos. Sino piensen (o salgan a la calle y vean) como no todos tienen una familia con la cual reunirse o comida suficiente que compartir. A muchos quizás no les afecte la falta de dinero sino una relación interfamiliar rota o resquebrajada. Pasarán solos. La navidad también es tener en cuenta esas diferencias naturales que se presentan en nuestro entorno.

Por otro lado, les confieso que hace tiempo dejé de apreciar los regalos navideños, no porque piense que este mal regalar algo, sino porque valoro mucho más la comida de la fecha. He pedido expresamente que no me den regalos y que, si de verdad me quieren regalar algo, sea un objeto que me falta estos días: una pijama. Sin embargo, lo que verdaderamente me envuelve en la navidad es la comida y los platos que tradicionalmente prepara cada familia.

Una vez más, tengo la suerte de tener dos abuelas muy activas, por el lado paterno y por el lado materno. Expertas cocineras y muy celosas en sus recetas, que todos esperamos algún día pasen a su prole, tanto a las mujeres como a los hombres (aquí cocinan todos). En esta fecha ellas hacen y mandan. Días antes se preparan y el resultado final es el de una excelencia previsible. Sus comidas unen a las familias y nadie, absolutamente nadie, sale esperando algo más. Las expectativas se cumplen con creces. No me cabe duda que allí hay cariño y amor hacia los demás y, sobre todo, deseos de unión familiar. Eso es navidad para mí. Más que la pijama, claro está.

©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (martes 24 de diciembre de 2013)

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