Núremberg: fascinación por el líder
Sin duda alguna, uno de los
libros más interesantes y sensacionales que he leído este año ha sido “Las Entrevistas de Núremberg”. Esta peculiar obra recoge las entrevistas realizadas
por el médico y psiquiatra, Leon Goldensohn, a varios de los nazis capturados
luego de la caída del Tercer Reich. La edición es un prolijo y enriquecedor
aporte de Robert Gellately que trae a la luz el contenido de éstas entrevistas,
luego de 50 años sin que se supiera su contenido.
Goldensohn fue, precisamente,
el psiquiatra de la prisión de Núremberg encargado de mantener la salud mental
de los presos hasta que éstos fueran juzgados en los famosos “juicios de
Núremberg”. Allí, la posición de Estados Unidos y Gran Bretaña sobre la necesidad
de que los criminales tuvieran un juicio justo, donde se les garantizara la
presunción de inocencia y la posibilidad de ser declarados no culpables de
algunos cargos, se impuso frente a la tesis de los soviéticos que querían
juicios aleccionadores y espectaculares, sin mirar tanto procedimiento y
justicia.
Durante todo ese tiempo el médico recopiló información y encontró,
gracias a la sinceridad de muchos de los presos, las raíces psicológicas por la
cuales esos individuos apoyaron ciegamente a Hitler. Descubrió la fascinación
que generaba el Fuhrer en sus seguidores, la mayoría de ellos muy instruidos y
sagaces, como el arquitecto predilecto del nazismo: Albert Speer.
En el libro se destacan las
entrevistas a personajes esenciales del nazismo considerados grandes criminales
de guerra como Hermann Göring, Rudolf Hess o Alfred Rosemberg. También se
encuentra mucho sobre la personalidad de Hitler. Wilhem Frick, por ejemplo, creía
que el Fuhrer era un genio, aunque sin ningún tipo de autocontrol y límites.
Según Frick, su falta de moderación era un defecto y solo escuchaba a dos
asesores, Bormann y Himmler, criminales de la peor calaña.
En otra entrevista, Göring
le confiesa a Goldensohn que para él existieron dos Hitler: uno hasta el final
de la guerra con Francia y otro con la campaña de Rusia. El del principio era un
personaje genial y agradable, con una fuerza de voluntad extraordinaria y una
inusitada influencia en la gente. Encantador y de buena voluntad, siempre
diciendo la verdad. El segundo, que terminó con el suicidio era, por el
contrario, muy suspicaz, tenso y con una facilidad para molestarse por
cualquier cosa, además de desconfiado en grado extremo. Relata como en sus
últimos días el líder tenía los nervios desechos y una condición física
totalmente destruida.
©Artículo publicado en el Diario
El Heraldo (martes 17 de diciembre de 2013)