Maestría y tiempo

¿Por qué no usamos el tiempo de manera efectiva? Sabemos que por nuestra propia naturaleza, queremos conseguir más empleando menos. Queremos generar más utilizando menos recursos. 

Quisiéramos que pocas horas del día bastaran para producir lo que deseamos o lo que nos hemos propuesto. Sin embargo, somos incapaces de controlar tantas distracciones cotidianas y la jornada se nos va en un dos por tres.

Lo que está claro es que no se trata de pasar en una oficina cumpliendo un horario, sino de concentrarse en una tarea y ejecutarla. Los españoles, por ejemplo, a pesar de trabajar más horas a la semana que los alemanes, consiguen menos que éstos. Los germanos encabezan todas las listas de productividad y competitividad pasando menos tiempo en el escritorio. En otras palabras: ellos sí trabajan bien. ¿Y los ecuatorianos? Puedo decir, por mi propia experiencia y por la herencia cultural que nos marca, que estamos más cerca de nuestros pares ibéricos.

En este sentido, Robert Greene ha identificado algo que él llama “maestría”. Se trata de una forma de inteligencia que a todos nos ha llegado alguna vez en un periodo de tensión, ya sea porque un plazo se vence o por la repentina aparición de una crisis o de una necesidad apremiante. Si en el colegio o en la universidad se acuerda de aquellas horas de intenso estudio previo a un examen o de esos escasos minutos corrigiendo un ensayo que se va a entregar, seguramente ha vivido su periodo de “maestría”. Y en el trabajo ni se diga.

Son aquellos momentos de absoluta concentración, practicidad, creatividad y poder que, lamentablemente, no se presentan en una persona común constantemente. Según Greene, hombres extraordinarios como Da Vinci, Charles Darwin o Napoleón (que a usted y a mí nos consta que hicieron más que nosotros) hacían de la “maestría” su modo de vida.

Ahora bien, la “maestría” también se adquiere luego de trabajar incesantemente y llegar a dominar un arte. Realizar una actividad con todos nuestros sentidos, aprendiendo sin interrupciones los detalles de lo que estamos haciendo también nos hace “maestros”. Sólo así se entiende a un Messi, a un Pavarotti o a un Einstein. ¿Usted, ya es maestro en algo?

©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (martes 20 de mayo del 2014)
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