Que no te cambien la conversación

Un viejo adagio comunicacional dice que cambies la conversación si no te gusta lo que se está hablando. 

Y bueno, esa efectiva estrategia permite evadir o minimizar temas incómodos que por un momento copan el espectro de los interlocutores y que, si persisten allí, pueden hacer daño a quien se encuentra comprometido.

Como dije, no es algo nuevo. Sin embargo, lo que sí ha cambiado en tiempos modernos es la forma de poner otro tema en la mesa y la capacidad de los interlocutores para hacerlo masivamente. Hoy, con tanto impacto informativo que recibimos por minuto (tuits, whatsapps, actualizaciones en redes sociales, correos, etc.) es cada vez más difícil monopolizar la atención de una persona y, por ende, hacer que hable de otro tema.

Incluso varios científicos como Eduardo Punset ya estudian la “economía de la atención” como un fenómeno mental contemporáneo y los grandes del mercadeo se rompen la cabeza buscando que los consumidores recuerden su producto entre tanta propaganda (Ahhh…poner nombres en las coca colas—pensó uno. ¡Botarse un cubo de agua con hielos!—pensó otro). Es que entre tanta información, tres segundos de un individuo ya son valiosos.   

Si usted piensa en grandes multinacionales, son pocas las que podrían intentar cambiar un tema de discusión para evitar que se ventilen cuestiones que les perjudiquen y, le aseguro, sin éxito alguno. ¿Pero ha pensado en los gobiernos? ¿O, peor aún, en gobiernos que manejen medios de comunicación, agencias de noticias y que, además, tengan entidades de control de la comunicación con capacidad sancionadora? Por ahí me han dicho que incluso hay un país en donde la comunicación generada por medios privados ha sido considerada un servicio público. Yo claro, no lo he creído. Debe estar loco el que me lo contó.

Reflexione, entonces, ¿qué capacidad de cambiar la conversación de los ciudadanos tendrían esos gobiernos? Con un golpe y un contragolpe mediático ya pondrían a todos con la cabeza como en un partido de ping pong: moviéndose de lado a lado. Distraídos y discutiendo lo que quieren que discutas.

©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (martes 23 de septiembre del 2014)
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