Cómo extraño los casinos
Los casinos legales desaparecieron del Ecuador. Se fueron
junto a las corridas de toros y a las peleas de gallos en una consulta popular
que preguntó, además, temas sobre medios de comunicación y bancos, la no afiliación
al IESS como delito, reformas a la prisión preventiva y, sobre lo más
importante: la famosa “metida de mano” en la justicia (frase exacta mencionada
por el propio gobierno).
Sí, sobre eso se nos consultó a los ecuatorianos el 2011. Y,
confundidos o no, muchos votaron a favor de que se modifique todo, confiando
ciegamente en su gobierno. Aparte de dar un cheque en blanco para mover las
fichas de la justicia, una mayoría también nos quitó a muchos la posibilidad de
ver corridas de toros en la feria de Quito, de ver peleas de gallos en grandes arenas
y de, por supuesto, ir a los casinos a jugar esas noches de viernes donde escaseaban
planes más interesantes.
Sobre los toros existieron excepciones, claro está. Al ser
esa pregunta de carácter cantonal, felizmente Ambato y otras ciudades más se negaron a prohibir los festejos y eso es algo que hasta ahora nos llena de orgullo a
los ambateños.
Lo de los casinos sí fue otra historia. Para jugadores light
como yo, que ganaban o perdían poquísimos dólares y que se movían más entre los
bocadillos gratuitos que entre las grandes mesas de póker, se acabó el cuento. Ya
no más blackjack ni apuestas al 23 en la ruleta central. ¡Arrivederci!…¡c'est
fini!
Gracias a la consulta popular, mi única opción si quisiera
jugar serían los aburridos y tediosos sitios web de apuestas o los casinos
clandestinos de alta gama que muchos dicen que funcionan en la capital (ojo,
que muchos dicen que funcionan, no es que yo sepa algo…en serio…mejor mantengan
el secreto y avísenme si encuentran uno).
Todo esto me ha venido a la mente, queridos amigos, porque
no concibo que antes se nos haya preguntado por éstas nimiedades (toros,
casinos y gallos) y hoy no se nos pregunte por la reelección indefinida. ¿Qué
somos, marionetas?
©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (martes 4 de
noviembre del 2014)