Cerebro y libertad
¿Sabía usted que su nivel de libertad está condicionado por
su cerebro? ¿Que, a diferencia de su vecino o de su mejor amigo, lo que usted
considera “libertad” es diferente a lo que consideran ellos? ¿Sabía, además,
que todo este proceso está orquestado por la corteza prefrontal de su cerebro?
Sí, de una zona del complejo órgano que tenemos en el cráneo (que según Dr. House no lo utilizamos muy a menudo) depende nuestro albedrío o, lo que es más preciso, nuestra libertad para elegir entre alternativas. Y esa libertad no lo es la misma: hay personas más libres que otras.
Sí, de una zona del complejo órgano que tenemos en el cráneo (que según Dr. House no lo utilizamos muy a menudo) depende nuestro albedrío o, lo que es más preciso, nuestra libertad para elegir entre alternativas. Y esa libertad no lo es la misma: hay personas más libres que otras.
Eso nos dice la neurociencia. Pero, lo que es mejor, nos lo
dice la neurociencia de la libertad, algo fascinante. Que claro, es compleja,
pero el magnífico libro de Joaquín Fuster, “Cerebro y Libertad”, la hace
asequible y entendible para muchos.
Y no se asuste, no hay que ser experto. Yo de neurociencia sabía lo mismo que Albert Einstein sabía de yaguarlocros, pero la suave escritura del texto permite que hasta los más imberbes se queden con algunas ideas.
Y no se asuste, no hay que ser experto. Yo de neurociencia sabía lo mismo que Albert Einstein sabía de yaguarlocros, pero la suave escritura del texto permite que hasta los más imberbes se queden con algunas ideas.
Según Fuster, el nivel de libertad de una persona se da por la
relación entre la corteza prefrontal y el entorno en el cual se mueve. Dice él
que un “individuo dotado de una corteza interconectada, inteligente, instruido
y con destrezas lingüísticas superiores tendrá más opciones en la vida, y por
lo tanto en principio será más libre, que uno con una corteza menos
interconectada, de inteligencia mediocre y formación escasa”. Eso significa que
la posibilidad de estudiar y de aprender otras lenguas activa más alternativas
en el cerebro de alguien.
Además, influye mucho el entorno. Piense por ejemplo en un
joven cubano que ha vivido toda su vida bajo la dictadura castrista sin opción
de salir de la isla y en un joven norteamericano que reside en Florida, a pocos
kilómetros de distancia. O en dos hermanos, uno que estudió la universidad y
viajó por el mundo y otro que no lo hizo. ¿Son igualmente libres, acaso tienen
las mismas opciones activadas en su cerebro? Según la neurociencia, no.
©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (martes 11 de
noviembre del 2014)