Por qué si pueden llegar
Desde que llegaron al Parlamento Europeo, algo me decía que
no serían un proyecto efímero de cinco capitostes.
Los vi solventes intelectualmente, con manejo perspicaz de la historia (o
manipulación de la misma) y buenos, realmente buenos en la dialéctica política,
incluso en la más caliente: la televisiva.
Sin embargo, sus contrincantes no los veían así. Los
despreciaban y a todo trance evitaban salir de su zona de confort. Lo comprobé
este año cuando conversé en Madrid con un diputado del Partido Popular que,
como todo sus colegas, veía a Podemos y a Pablo Iglesias como melenudos
principiantes políticos sin posibilidades de torcer las entrañas de los fuertes
partidos.
Craso error. Podemos tiene altas posibilidades de tomar el
gobierno español en un futuro no tan lejano (ya lo dicen las encuestas).
Probablemente necesitarán de una alianza para lograrlo, pero seguro será una
bajo sus términos e ideas. Además, tienen la ventaja del que empieza: habla
bonito pero nunca ha sido probado. Hoy no gobiernan un municipio y ya son los
retadores.
Y aquí no pretendo analizar sus ideas o su asqueroso pasado chavista, que por supuesto aborrezco y cuestiono por mi formación liberal,
únicamente evalúo sus posibilidades de convertirse en gobierno que, déjenme
decirles queridos amigos, son cada día mayores por lo que pasa en España.
Es que pónganse ustedes en los zapatos de un español. Debe
ser indignante ver que la clase política de “los funcionarios” (como bien les llama Manuel Ventoso) se inmiscuye en negocios corruptos sin el menor ápice de
respeto por sus ciudadanos. Usted les vota, y ellos se dedican a robar. Son
caraduras, mercenarios exprés con título de sinvergüenzas. Hay políticos decentes,
por supuesto, pero o son desconocidos o son lentos y están viejos. Peor aún, ninguno
es tan dinámico como Podemos.
Luego viene el desahucio de la anciana Carmen que nos mortifica y entristece a todos (y que por el ambiente nos hace olvidar que tal vez sí tuvo fundamento)
o la reunión de emperifollados empresarios despotricando contra los nuevos
políticos. Son imágenes que catalizan el desasosiego. Y las imágenes, señores, mueven
votos. Y los votos eligen presidentes.
©Artículo publicado en el Diario el Heraldo (martes 25 de
noviembre del 2014)