¿Se comieron las vacas gordas?
Curiosamente, la primera referencia de buen gobierno que
tengo archivada en mi memoria proviene de la Biblia.
Así como la historia de
Samuel, la historia de José siempre me gustó mucho, sobre todo el reencuentro
con su padre, Jacob, quien lo pensó muerto desde hace años.
Y es que José,
primero vendido por sus hermanos a mercaderes madianitas y luego a Pitufar,
ministro egipcio y mayordomo del faraón, es el protagonista de la expresión que
seguramente todos hemos utilizado alguna vez “las vacas flacas y las vacas
gordas”.
La interpretación del sueño del faraón, que luego le valió
el cargo de gobernador de Egipto fue sencilla: ahorre cuando tiene mucho para
que sobreviva y aguante cuando le falte todo.
En otras palabras, no se gaste
todos los recursos en tiempos de abundancia y, peor aún (esto no lo dijo pero
lo agrego yo) no se endeude peligrosamente en tiempos buenos y, en los malos,
procure no hipotecarlo todo—menos aún a un solo prestamista, como la China, por ejemplo.
Al faraón, José le dio varios consejos sobre los dos sueños
que tuvo: uno sobre siete vacas flacas y mal alimentadas que se comían a siete
vacas hermosas y bien cebadas que, incluso luego de devorarlas no aparentaban
el festín pues el aspecto de su vientre seguía tan malo como al principio; y
otro, sobre siete espigas secas, mezquinas y quemadas que devoraban a siete
espigas de buen porte.
Primero le dijo que busque un hombre sabio y prudente que maneje
su nación y que establezca regiones manejadas por inspectores que administren
la abundancia. Luego le dijo que ahorre, que ahorre mucho para los años de
sequía y pobreza. Y el faraón le escuchó. Nombró a José en el cargo y, cuando
llegaron los siete años de vacas flacas, Egipto fue el único territorio que tuvo
granos y pan, tanto para abastecimiento interno como para vender a extranjeros.
En estos momentos, que empezamos un año duro lleno de vacas
flacas endeudadas hasta la coronilla, es fundamental preguntarles a los
keynesianos economistas del gobierno ¿dónde quedó la prudencia y previsión de
José? Porque a la vacas gordas parece que las degollaron gustosos desde el
primer día que gobernaron.
© Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 11 de
enero del 2015)