Olafo, el sexista
Estamos a la vanguardia mundial (y sin duda, interplanetaria)
en control de contenidos sexistas en medios de comunicación.
Estoy seguro que debemos
ser los únicos y mejores jumentos en control de paparruchadas que a nadie le
importan.
Claro que, a los que sí les importan, es a un grupúsculo de burócratas
intrascendentes y a los hábiles proveedores de informes y estudios para el
sector público que, lamentablemente, siempre son pagados con el dinero de todos
(y que no son baratos).
Ahora resulta una tira cómica (¡una tira cómica!) del
conocido y celebrado “Olafo, el amargado” publicada en el Universo en el 2014
fue considerada sexista por un informe encomendado por la máxima autoridad de
comunicación del Ecuador.
Y no fue la única. En el informe, los zoilos que lo
elaboraron encontraron, además, otras 170 expresiones sexistas en televisión,
57 en radio y 65 en medios impresos.
Lo más curioso y triste es que concluyen su estudio diciendo
que la “magnitud actual de la problemática merece la intervención decidida de
la SUPERCOM” y lamentando que la Ley Orgánica de Comunicación tenga vacíos que
impidan prohibir de plano la difusión de éstos contenidos y sancionarlas
drásticamente.
¿Cuál fue el crimen de Olafo? Decirle a su esposa Helga, de
forma amigable y con una inocente sonrisa entre sus vikingas barbas rojas, que
él la veía cómo su chef personal. Al principio ella le increpa diciéndole que a
veces siente que no es más que su cocinera personal. Olafo luego duda y, de
forma graciosa y cómplice, le responde que más bien la ve como su chef (sin
ánimo de ofenderla y sabiendo que eso la sacaría de sus casillas). Díganme en
qué matrimonio saludable, vikingo o ecuatoriano, las bromas están prohibidas y
todo se cuece con solemnidad sepulcral. ¡En ninguno!
Ahora resulta que por culpa de ésta tira cómica que,
probablemente ocupe menos del 1% del espacio del periódico que la público y
que, para colmo, fue creada por un cómico extranjero, Chris Browne, un medio de
comunicación puede ser sancionado y multado. Vivimos, queridos amigos, en un
país de Ripley donde los amargados son otros y no el pobre Olafo.
©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 22 de
febrero de 2015)