Patriotismo en las calles
larepública.ec |
En mi tiempo teníamos esa clase, cuanto todavía le llamábamos “Primer Curso” o “Segundo Curso” a lo que hoy llaman décimo o décimos ni se qué (¡que tiempos más feos los de ahora!).
No era muy divertida pero había que aprobarla como cualquier otra. Y reconozcámoslo, no era complicado sacar una buena nota.
Parte de la materia involucraba el conocimiento del Himno a
la República del Ecuador, de la bandera, del escudo y algo de historia sobre
guerras e independencias, aunque esto ya era parte de otra asignatura.
Era algo que, claro, no parecía de suma importancia para la vida práctica y que más bien se empleaba únicamente en ciertos actos protocolarios. El Himno lo aprendimos de memoria y la imagen de la bandera con su escudo la dejamos en nuestro baúl mental de las reliquias caducas.
Era algo que, claro, no parecía de suma importancia para la vida práctica y que más bien se empleaba únicamente en ciertos actos protocolarios. El Himno lo aprendimos de memoria y la imagen de la bandera con su escudo la dejamos en nuestro baúl mental de las reliquias caducas.
Pero en ciertos momentos nos damos cuenta que ese himno y esa
bandera se encuentran en las fibras más internas de nuestro espíritu.
Que no las hemos pasado por alto y que nos recuerdan ese gran amor que tenemos por nuestra patria, por nuestro país.
No se trata de burdos nacionalismos que piden cerrar las fronteras, condenar al extranjero y consumir sólo lo nacional. No. Se trata de algo superior e insospechado; se trata de amor genuino por sentirse ecuatoriano.
Que no las hemos pasado por alto y que nos recuerdan ese gran amor que tenemos por nuestra patria, por nuestro país.
No se trata de burdos nacionalismos que piden cerrar las fronteras, condenar al extranjero y consumir sólo lo nacional. No. Se trata de algo superior e insospechado; se trata de amor genuino por sentirse ecuatoriano.
El pasado miercoles en la avenida Shyris vi eso. Vi entonar a
jóvenes y a viejos que no se conocían, juntos y solemnes, el Himno de la
República.
Lo sentían de verdad, cómo nunca lo sintieron cuando lo coreaban en el colegio y como pocas veces lo sienten cuando la selección de fútbol juega. Fue emocionante y erizó la piel.
Lo sentían de verdad, cómo nunca lo sintieron cuando lo coreaban en el colegio y como pocas veces lo sienten cuando la selección de fútbol juega. Fue emocionante y erizó la piel.
No es algo que se vea todos los días sino, por el contrario,
pocas veces en la historia. Se ve cuando un ciudadano se siente amenazado y
cuando cree que su República y su libertad se le van de las manos.
Cuando sus líderes han traspasado los límites, han caído en
el abuso y un “basta” es justo y necesario.
Cuando frente a falsos y deformados símbolos e ídolos es fundamental reafirmar los verdaderos.
Cuando es una obligación mostrar que una bandera verde no vale nada frente a la tricolor y que hay ciudadanos libres, conscientes y pensantes, que no se dejan ni se dejarán pisar jamás.
Cuando frente a falsos y deformados símbolos e ídolos es fundamental reafirmar los verdaderos.
Cuando es una obligación mostrar que una bandera verde no vale nada frente a la tricolor y que hay ciudadanos libres, conscientes y pensantes, que no se dejan ni se dejarán pisar jamás.
Artículo
publicado en el Diario El Heraldo (domingo 14 de junio de 2015)