Confrontación a la carta
Por diversas razones, he estado presente en todos los
discursos presidenciales que se han dado en la Asamblea Nacional desde el 2013.
En el último, que fue el pasado 24 de mayo y en el cual se anunciaron los
polémicos impuestos a la herencia y a la plusvalía, también estuve.
Vale decir que fui el único individuo de la oposición que se
quedó en el hemiciclo legislativo en la segunda parte de la intervención del
Presidente.
En la primera estuvieron otros miembros pero, cuando ésta se cortó
para que hablaran algunos ministros de Estado, todos se salieron con razón—no
los culpo— y me quedé completamente solo mientras los oficialistas coreaban exaltados
el famoso cántico chavista “!Alerta! ¡Alerta que camina!” y demás consignas que
suelen amenizar sus eventos.
No es que esto represente mérito alguno o que me interese
una condecoración por mi martirio a lo San Esteban, sino que me permite confirmar
la importancia de esa segunda parte del discurso donde, precisamente, se mencionaron
los confiscatorios impuestos.
Los Informes a la Nación que rinde el Presidente no son
discursos improvisados. Se preparan con mucha antelación y su mensaje es quizás
más importante que cualquier otro porque marca la pauta del accionar gubernamental.
Esencialmente, ciertos discursos de éste gobierno han delineado
un compás interesante: cambio radical de las estructuras (2007); profundización
del cambio (2009); realización de obra pública sin precedentes (2013);
potenciación de la matriz productiva (2014); y, por último, confrontación y
rompimiento de brechas entre ricos y pobres (2015).
No hubo improvisación entonces en todo el revuelo de los
impuestos a la herencia y a la plusvalía.
Quizás no se esperaron una reacción
tan grande como la que ha tenido hasta ahora el pueblo en las calles (y en su
contra, además), pero la intención era, evidentemente, calentar la discusión
política para devolverle esa base radical al gobierno y permitirle construir un
escenario efectivo de cara al 2017.
Claro, todo les salió mal y la comunicación les falló
estrepitosamente, pero no esperemos que el gobierno recule y abandone el
discurso de pelea. Si logran apaciguar las marchas, mantendrán la confrontación
por necesidad política. Lo han planificado.
©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 21 de
junio del 2015)