Matanza en París
"Caían como
piezas de dominó" -relató uno de los sobrevivientes a la matanza en la sala Bataclán de París.
El infortunado individuo, asistente a un concierto de rock pesado que terminó
en tragedia, se refería a las decenas de sujetos asesinados por terroristas que
ya ni siquiera tienen el pudor de cubrirse el rostro con una máscara o un
pasamontañas.
Hoy lo hacen al descubierto, vaciando sin piedad su AK47s a
inocentes y portando chalecos explosivos que no dejan lugar para vida alguna,
ni de ellos ni de sus víctimas.
Lastimosamente
pudimos ver un video. Circula por la red y lo grabó un periodista que vivía
al lado del lugar de los hechos. Varios caen, efectivamente, como piezas de
dominó.
Hay desesperación y la gente sale de la sala Bataclán por una puerta
que da a un callejón mientras los tiros siguen sonando por doquier.
Cuerpos tendidos
en el pavimento, personas colgadas de los balcones protegiéndose de la matanza
que se llevaba a cabo en los pisos superiores y, lo más impactante, jóvenes
arrastrando a otros jóvenes malheridos en un último intento por salvarlos.
Es la imagen de
la barbarie y de la anticivilización. Es la imagen del fundamentalismo
religioso y de la estupidez. ¿Qué podrida debe estar una persona para que su
cerebro le lleve a perpetrar semejante acto primitivo?
¿Qué virus de maldad
puede convertir a un individuo libre en un fratricida? ¿Y el miedo? ¿De que
sirve generar miedo temporal a naciones más poderosas que, incluso en este
caso, además son moralmente superiores?
Los actos en
París no son otra cosa que una declaración de guerra en donde, una vez más,
veremos el triunfo del bien sobre el mal. De eso estoy seguro.
Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 16 de noviembre de 2015).