La condena por OXY

A pesar de que es complejo entender y explicar el caso OXY por su magnitud y abundantes vericuetos jurídicos (sólo el último laudo tiene 141 hojas) creo que es necesario y fundamental tener una opinión sobre el mismo. 

Especialmente ahora en que la economía camina malherida y una condena internacional por más de 1.000 millones más unos 300 de intereses nos puede sonar al colmo de los colmos.

En primer lugar, la caducidad que decretó el Ecuador al contrato con la petrolera Occidental y que originó todo el problema no fue una decisión disparatada. 

Fuente: El Comercio
La petrolera incumplió con la ley al transferir el 40% de sus derechos a otra empresa petrolera sin la autorización del Estado. Eso no lo podía hacer y el Ecuador estaba en su derecho de declarar la caducidad.

Segundo, la caducidad fue una decisión económicamente acertada para el país. Frente a los más de 20.000 o 12.000 millones que obtuvo el Ecuador por explotar los campos petroleros, el monto a pagar a OXY sigue siendo considerablemente menor.  

Sí, es cierto que tuvo reacciones negativas colaterales (caída de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y posible mala imagen internacional) pero también es cierto que la terminación de contratos no está prohibida y muchas veces hasta es justa cuando el equilibrio de un contrato se rompe. 

Lo que se debe tener presente es que siempre acarreará consecuencias.

Eso me lleva al tercer punto. ¿Por qué no se ahorraron recursos para cubrir la eventual condena? 

Ahí sí que hay irresponsabilidad. Desde que el tribunal se declaró competente para conocer el caso ya se podía esperar que el resultado sea negativo para el Ecuador (éstos tribunales siempre condenan a los Estados). 

Y, si se hubiera ahorrado algo de la bonanza que dieron los pozos, hoy no tendríamos que hacer malabarismos para ver cómo diablos pagamos.

Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 8 de noviembre de 2015)
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