Enderezando el árbol torcido
Retrato de Bolívar pintado por Gil de Castro y aceptado como retrato por el propio Bolívar. |
Ha sido
reconfortante ver el retiro de las imágenes chavistas de la Asamblea Nacional
venezolana.
De aquellos retratos de Chávez y Bolívar que la hoy moribunda
revolución parió en su momento para enaltecer y mitificar su propio camino.
El
nuevo y experimentado presidente del parlamento, Henry Ramos Allup, ha dado un
verdadero golpe de efecto al dejar únicamente el retrato clásico del Libertador
pintado por Gil de Castro en 1825 y retirar los apócrifos de estos últimos
años.
Es que algún en momento
tenía que suceder. No debemos olvidar que el socialismo del siglo XXI no vino
ligero hacia más de una década en Latinoamérica.
Ramos Allup ordenando el retiro de las imágenes. |
Llegó cargado de símbolos, de
hábiles distorsiones históricas y de una insultante falta de pudor por la memoria
nacional.
Con relatos políticos bien estructurados pulverizaron a sus
contrincantes, conquistaron el poder y prostituyeron a figuras históricas en su
provecho.
En Venezuela la de Simón Bolívar y en Ecuador -aunque en menor medida
por su escasa relevancia- la del general Eloy Alfaro. De Perón y Evita prefiero
no hablar porque en la Argentina parece que utilizarlos es un deporte nacional
de izquierdas y derechas más popular que el fútbol.
Lo de Venezuela,
sin embargo, no tuvo precedentes. Con sorpresa recuerdo hasta hoy la
transmisión en vivo que se hizo de la exhumación del cadáver de Bolívar en el 2010. ¡A Chávez se le ocurrió exhumar al Libertador! ¡Y estar presente en el
lugar!
A tal punto llegó el fanatismo por acumular poder que varios intuyeron
su motivación en los ritos de creencias tan poco saludables como la de santeros y babalaos muy extendidas en Cuba y hasta practicadas regularmente
por el propio Fidel Castro. ¡Ni en su tumba lo dejaron descansar!
©Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 10 de enero del 2016)