La nueva guerra
Noticias nuevas
nos llegan cada día y de todas partes del mundo. Ayer fue la de un hombre que
atacó con un machete a los policías belgas y en el acto gritó "Alá es
grande" antes de un agente lo abatiera.
Ya pasamos la de Orlando, la de
Niza y la lista sigue. Por si fuera poco, una de las más tenebrosas la
recibimos con asesinato y degollamiento de un cura católico de 86 años hace
pocos días ocurrida en Francia. Otro atentado más en el que los acólitos del Estado
Islámico reconocieron su autoría.
Parecería que más
que sorprendernos nos toca resignarnos. Hoy cualquier loco con un cuchillo, con
un rifle automático o con un camión puede asesinar y luego invocar a los
terroristas islámicos para darle condumio a su estupidez. De la amplificación
del suceso ya se encargarán posteriormente los medios de comunicación.
En la mayoría de
casos no existe una mesa de mando que planifique con precisión las siguientes
acciones ni una cúpula que ordene a sus soldados.
Es una guerra diferente. De
guerrillas y de suicidas fanáticos. De modernos kamikazes sin preparación
militar que ponen de cabeza a los Estados más armados y profesionales y
atemorizan a los ciudadanos.
Ya empezó con
Al-Qaeda en el 2001. Con un gasto de aproximadamente quinientos mil dólares,
Bin Laden y sus secuaces causaron un daño material a los Estados Unidos de 3,3
billones de dólares. Ni hablar de todo lo que costó la guerra posterior.
Hoy
las poderosas estructuras burocráticas y los grandes ejércitos se encuentran
desorbitados porque con tanta dispersión no se sabe a quién espiar, a quién
contener y a quién atacar. Estamos frente a una nueva guerra.
cc) Artículo publicado en el Diario el Heraldo (domingo 7 de agosto del 2016)