Parlamentarismo a la ecuatoriana


¿Qué pasaría si el Ecuador tuviera un sistema parlamentario? Si en vez de tener un gobernante aislado en Carondelet tuviéramos un diputado-presidente con necesidad de encarar semanalmente a sus adversarios en un parlamento. Obligado a pactar para formar gobierno cuando no tuviera mayoría absoluta. 

Sentenciado, aún si ya está en el poder, a escuchar sin filtros y a televisión abierta lo que le gusta y lo que no le gusta. ¿Cambiaríamos en algo la política ecuatoriana? ¿Subiríamos su nivel, al menos dialéctico?

Seguramente la empantanaríamos aún más, pero creo que como experimento sería interesante. Sería novedoso tener al presidente en funciones expuesto sin barreras a las palabras de los líderes más importantes del país. En algo subiría el interés de los hoy desinteresados por la política, especialmente luego de diez años de tener un gobernante que no ha aceptado interlocuciones públicas de nivel. 

Claro que, como en un parlamento todos cuentan con el privilegio de hablar sin restricciones, a las palabras razonadas también se sumarían las tonterías gratuitas que nunca faltan. Nos nutriría, sin embargo, ver la habilidad y la rapidez mental de nuestros representantes y la verdadera madera de la que están hechos.

Le ha pasado a Rajoy en su última sesión fallida de investidura y la idea no ha dejado de revolotearme la cabeza. Me he reído un poco también, especialmente gracias a las intervenciones de algunos diputados de Podemos que han reafirmado el doble rol que cumple Pablo Iglesias en la política: líder de un partido político y gerente de una compañía de circo. 

En la sesión hubo de todo. Se escuchó lo pertinente y también la zoquetada. Y Rajoy en el medio tuvo que tragárselas todas. En eso tienen algo tienen de llamativo las democracias parlamentarias.

Quien sabe los atolondrados que desde ya piden una nueva asamblea constituyente para desmontar el correísmo y refundar el país por enésima vez modifiquen el sistema de nuestra democracia e incluyan el parlamentarismo. ¡Puede que hasta una monarquía nos quede bien!

cc) Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 4 de septiembre del 2016).



Anterior
Anterior

¿Paredes en el siglo XXI?

Siguiente
Siguiente

El gran conflicto