Disección de la disputa
La disputa entre
Moreno y Correa-Glas adquirió nuevas proporciones estos últimos días. Pocos nos
imaginábamos que escalaría tan rápido y que sería tan frontal y evidente.
Ya
Correa no esconde nada en su feudo tuitero y Glas ataca como puede -hasta con
sabatinas falsas- desde el fango espeso donde se encuentra ahogado.
Moreno, por su
parte, manda y ejecuta. Y lo hace sin tampoco guardarse nada, incluso teniendo a
un lado al presidente de la Asamblea en una tarima y al lugarteniente más
famoso del correísmo, Ricardo Patiño, en otro.
Sucedió el viernes en Guayaquil
y Moreno indirectamente tildó de mafiosos a Correa y a Glas. Entre tanto, ya
dejó sin funciones al vicepresidente y hasta pelea porque le dejen sin el
control de las cuentas de twitter oficiales.
Quien todavía crea que todo esto
es inventado o que hay alguna especie de tongo entre compadres ha visto
demasiadas telenovelas mexicanas.
En el centro
queda el desamparo de los militantes y los políticos en funciones
pertenecientes al movimiento oficialista. Pero hay dos temas más profundos: el
control del aparato partidista y la conquista de los votos en el CAL.
Al primero nadie
quiere soltarlo fácilmente y todos quieren que el otro bando se vaya primero.
Las amenazas de partidos nuevos y rompimientos son eso, amenazas.
AP es la joya
de la corona porque vilmente tiene colocados como funcionarios públicos a gran
parte de sus militantes en todos los niveles y en todas las funciones.
La
mayoría, sin embargo, obligados a decirse parte del mismo contra su voluntad
para no perder sus puestos.
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Lo segundo: el
CAL. Glas tuvo a su lado en su sabatina falsa de Manabí a un integrante. Otra,
en cambio, marchó en Loja en su favor en una caminata.
Si el vicepresidente
logra que un nuevo juicio político en la Asamblea Nacional no prospere, podría
salvarse temporalmente de la destitución o la renuncia.
Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 6 de agosto de 2017)