La paz es para idiotas
Sacramentar la
paz como algo deseable en cualquier momento es incorrecto. La paz por la paz
sólo es una creencia de idiotas o de malvados. A veces, la guerra y la lucha
son la única opción. Y son la mejor opción.
Dos ejemplos
pueden ilustrar esta idea. El primero es el que enfrentó el Reino Unido bajo el
mando del magnífico Winston Churchill cuando la invasión nazi parecía inminente
en la isla.
La situación está perfectamente retratada en la reciente película
"La Hora Más Oscura", que insistentemente recomiendo ver.
En los momentos
más duros, e incluso cuando tenía a cerca de 300.000 soldados ingleses a punto
de ser masacrados por Hitler en la playa de Dunkerque, el viejo bulldog inglés
se enfrentó a gran parte del establishment y la clase política británica que le
exigía firmar una paz con Hitler a toda costa con Mussolini de intermediario.
Churchill se negó
y levantó a todo su pueblo a pelear hasta la muerte. Con el mal no se negocia
nada, dijo.
Si no lo hubiera hecho, probablemente hoy los sucesores de Hitler seguirían
controlando Europa y la cultura inglesa habría sufrido para siempre.
El segundo
ejemplo es la supuesta paz de Santos en Colombia con la narcoguerrilla de las
FARC.
¿Qué ha pasado hoy? Siguen los enfrentamientos y los atentados y hoy
Colombia tiene al delincuente Timochenko de candidato a presidente. ¡A un tipo
que ha matado inocentes y lidera uno de los carteles más grandes del mundo!
Y, por si fuera
poco, Ecuador se ha llevado la peor parte al convertirse en refugio de los que
guerrilleros que no quisieron dejar el narcotráfico y hoy delinquen y explotan
cuarteles de policía en Esmeraldas.
¿De que ha servido esa supuesta paz? De
nada. Ha triunfado el mal, sin duda. Y lo ha hecho arropado por los aplausos de
un rebaño de tontos y malvados.