Niños en la arena
Aylan y su hermano Galip |
Aylan tenía un
hermano, Galip.
Junto con su madre, los tres murieron ahogados en el mar al
escapar de Siria, su país natal, aunque solo Aylan llegó a los ojos del todo el
mundo a través de la desgarradora foto que lo retrató encallado en una playa
con la boca sobre la arena.
Es el dilema de
las personas que huyen de sus países por salvar su vida. Es que esto no se
trata de salir por buscar trabajo o mejores oportunidades, sino de salvaguardar
sus vidas ante la amenaza inminente.
Abdullah, padre de éstos dos niños y hoy
también esposo viudo, ya había perdido a once miembros de su familia debido a los
asesinatos perpetrados por miembros del Estado Islámico y sus aliados.
¿Qué mas podía
hacer Abdullah? ¿Esperar a que los maten a todos o arriesgarse a cruzar las
trece millas que separan a Turquía de la isla griega Kos?
Con un ingrediente
adicional: tenía que llegar a un país de la Unión Europea para solicitar asilo
porque desde Siria, Turquía o Jordania no puede hacerlo. Ese es el éxodo que
hoy atañe al mundo y en especial a las potencias europeas.
Porque hay que
hacer importante diferencia entre refugiados e inmigrantes: los unos buscan salvar
su vida y los otros buscan una mejor vida.
El político británico David
Miliband, hermano del saliente líder laborista, lo explica bien. Su padre y su
abuelo huyeron del régimen nazi en 1940 y fueron acogidos como refugiados por
el Reino Unido.
Luego, cuando la guerra acabó, regresaron a Bélgica e
intentaron reingresar al Reino Unido con un permiso migratorio. Esa vez, sin
embargo, el permiso les fue negado.
No es posible las potencias internacionales, con Estados Unidos a la cabeza, se queden apacibles frente al Estado Islámico.
Es hora de unir esfuerzos -hoy que ha mejorado la situación económica- y evitar que más humanos como Aylan, terminen con sus rostros inmóviles en la arena.
Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 6 de septiembre del 2015)