Millennials
El término tiene un sonido raro, lo sé. Otra palabra más en inglés que se nos pega al vocabulario habitual (como si no tuviéramos suficientes ya). Pero si no la ha escuchado o la ha escuchado poco, prepárese. La va a empezar a escuchar hasta en la sopa porque si usted mismo no es un millennial , sus hijos, sus nietos o sus sobrinos lo son.
No hay fechas
claras pero a esta generación pertenecen todos aquellos que nacieron a finales
de los ochenta en adelante y que hoy no superan los treinta.
Son el grupo humano
más importante éste momento porque su inusual comportamiento está cambiando los
negocios, la política, el arte y todo lo que se imagine.
No comprenderlos
significa quedarse fuera del juego ya que su peso demográfico inclina cualquier
balanza.
Un aspecto
esencial y novedoso es cómo se informan. Los millennials ya no compran ni leen el periódico.
Tampoco ven tanta
televisión como sus padres y, cuando lo hacen, pasan de los noticieros. No
escuchan la radio ni se suscriben a revistas. Y no es que se hayan desentendido
de lo que pasa a su alrededor sino que han cambiado los medios para hacerlo.
Diariamente reciben en sus redes sociales un cóctel de información y publicidad
personalizada por algoritmos que, bien o mal, forma su opinión sobre temas
específicos.
En los Estados
Unidos las grandes cadenas televisivas se han dado cuenta de que su público ya
sólo lo conforman los mayores de cincuenta años y las alianzas con plataformas
jóvenes se han vuelto necesarias.
Snapchat, Instagram, Facebook y Twitter son
los nuevos medios. La único que queda por discutir es la calidad del contenido
que se produce, pero no a través de qué medio se transmitirá. Los millennials
han reconfigurado el escenario y en poco tiempo se verá quién los comprendió y
quién no.
© Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 6 de marzo del 2016)