Dando y dando
Reconozcámoslo:
algún momento tenía que pasar.
La severa crisis que afronta el país hacía que
un ajuste económico de tipo fiscal sea inminente.
Y ya en este punto no hay
otra solución, al menos no desde la perspectiva del gobierno. El nivel de agua
dentro del bote es tan preocupante que lo único que queda es sacar con baldes
lo que hay para no hundirnos completamente.
Salir de la dolarización sería la peor
catástrofe y el gobierno parece entenderlo. Por lo menos eso lo tiene claro.
Sino cómo explicar todos los malabares que ha hecho para obtener financiamiento
externo o la subasta desesperada de los últimos campos petroleros apetecibles
que nos quedaban.
¿Atraer inversión
extrajera y abrir el país? Muy tarde. Eso lo podrá hacer un nuevo régimen pero
no éste que cerró esa posibilidad hace nueve años.
¿Normalizar los precios de
los servicios y quitar subsidios como lo está haciendo Macri en Argentina?
Imposible. El costo político es demasiado alto y una medida así liquidaría fulminantemente
al presidente.
La vía más rápida
son nuevos impuestos y cualquier argumento relacionado con la salud,
modernización de los medios de pago (dinero electrónico), prevención del lavado
y más -como lo expone el proyecto- no es más que un pretexto justificativo poco
creíble.
Lo que no se
entiende es la necedad de no recortar el gasto y el despilfarro. ¿Por qué no
darles a los ecuatorianos la tranquilidad de saber que su gobierno también se
ajusta los bolsillos? Dando y dando, señores. Manden un mensaje de apoyo, por
lo menos.
¡Los símbolos
importan, no los subestimen! Tienen en sus manos la posibilidad de eliminar de
un plumazo tantas secretarías, coordinadoras, superintendencias y más oficinas
innecesarias que molestan e irritan a los ecuatorianos.
Eviten el derroche en
viajes, banquetes y en tantos autos oficiales. En resumen, adopten cualidades
espartanas si piden el sacrificio de los demás.
*Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 3 de abril del 2016).