El ejemplo del Madrid


A veces hay que hablar de fútbol. Porque hay que hacerlo, así de simple. Más aún cuando vivimos una nueva era de este deporte con uno de los mejores equipos que han pasado por la historia: el Real Madrid.

Es superlativo. Sorprendente. No admirar el nivel, la constancia y la estabilidad de este gran equipo comandado Zinedine Zidane es obviar la finura y excelencia de lo mejor que hoy por hoy tiene el deporte. Así como no admirar al mejor chocolate o al auto más poderoso del mercado. Se trata, nuevamente, de un logro humano que debe estudiarse y replicarse en otros campos. Que debe celebrarse.

Si alguna vez el Barcelona de Guardiola fue la máquina más perfecta del fútbol moderno hoy, indiscutiblemente, esa máquina perfecta es el Madrid de Zidane.

Zidane, desde que deleitaba al mundo como jugador, siempre se caracterizó por la plasticidad, elegancia y fluidez de su estilo. Ahora, como entrenador, imprime esas cualidades a su equipo y a sus jugadores. No es rehén de ideas revestidas de concreto sino que cambia y se adapta a lo que la victoria requiere. No se desespera. Estudia. Planifica. Ataca.

Representa también aquel liderazgo de antología. Aquel que con su sola presencia e historia exige altura, jerarquía, dominio y aristocracia. El antes grande hoy liderando a grandes, quizás lo único capaz de domar a los egos más desbordantes del deporte y hacerlos florecer en armonía. En ese equipo todos juegan bien. Todos son capaces de volcar una final de Champions o liquidar un partido. Realmente es algo sorprendente.


El Real Madrid también nos enseña que nunca un logro es suficiente. Que no existe el conformismo. Que incluso en un partido ganado el último segundo es vital para ganar con más contundencia. Hay mucho por aprender todavía de ese gran equipo. 

Artículo publicado en el Diario El Heraldo y en AmbatoNews.com
Anterior
Anterior

Que la tierra te sea leve, Fandiño

Siguiente
Siguiente

La importancia del primer discurso