Se cosecha lo sembrado
A veces, esos simples
dichos que se los sabe hasta el menos ilustrado revisten grandes verdades.
"Se cosecha lo que se siembra", dice uno de los más famosos. "No
hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti", dice otro.
Eso está
ocurriendo con todo el tema Glas, con su tío y con todos los que le siguen en
fila. La gente y los medios de comunicación quieren sangre.
Quieren imágenes
fuertes. Quieren dureza e injusticia -o justicia, dependiendo la óptica desde la cual se
lo mire. Quieren humillación y sufrimiento. No quieren perderse en el debido
proceso ni en legalismos inoportunos. ¡Qué mejor si es la Ley del Talión!
Por eso el
delicado y complejo ejercicio temporal de una función pública requiere
moderación, respeto, prudencia y justicia.
Porque cuando todo acaba lo malo
vuelve como los fantasmas de Scrooge. Y los afectados reclaman que se les pague
con la misma moneda, sin contemplaciones.
¿Qué hicieron
Glas y compañía estos diez años? Persecución, humillación e injusticia con saña
contra todo el que se le cruzaba. Cárcel y golpes a los que les hacían señas en
la calle.
¿Cómo le trataron a Clever Jiménez, a Víctor Hugo Erazo, a Guadalupe
Llori, a Edgar Terán, a todos los implicados en el 30S y a muchos más? ¿A tanto
periodista? ¡A cuántos les doblegaron con el peso nefasto del poder que
ostentaban!
No tuvieron
límites y fueron miserables en el ejercicio del poder. Lamentablemente los
embruteció y los cegó. Olvidaron que algún rato volverían a caminar por la
calle en circunstancias distintas.
Hoy, a riesgo de
que a ellos se les apliquen las injusticias -como ya está sucediendo por
ejemplo con la prisión preventiva- difícilmente alguien se apiadará de ellos.
Se cosecha lo sembrado.
Artículo publicado en el Diario El Heraldo (domingo 8 de octubre del 2017).